Los pensamientos de una mujer agridulce

lunes, junio 21, 2010

La verdad


La verdad es engañosa. Lo he decidido. Es algo que yo digo necesitar por sobre todas las cosas, es una de esas pocas cosas que me jacto de exigir en una relación. Es una de esas cosas que pesan pero que aligeran el ambiente al salir de cualquier boca, es algo tan bello y tan complicado, algo tan extraño en estos tiempos.

Para todos resulta fácil mentir. Mentiras blancas, negras, verdes y moradas han salido de mi boca y de tu boca, algunas no tienen importancia, otras son la antesala de algo grave. Sin embargo, creo que la peor parte de este asunto tenebroso es el momento del descubrimiento. Algo se derrumba en el interior... saber que te han mentido ha de ser de las cosas más dolorosas que experimenta el ser humano. Se quiebra un pedacito de amor, se cae el telón de la ilusión, la estima personal se lastima un poco al captar la burla, no importa si fue grande o pequeña. Uno siempre se cree no merecedor de semejante tortura, pero esta vez, confieso, me he preguntado cuántas veces he mentido y he destruido esa confianza que alguien puso en mí.


La verdad no está sobrevalorada, por algo es tan díficil pronunciarla a los ojos de alguien más, por alguna razón es tan difícil decirla a uno mismo...


La verdad requiere congruencia personal, valor para enfrentar el dolor que acarrea y salud mental para disfrutar la libertad que brinda.



Etiquetas:

jueves, junio 10, 2010

Yo confieso...


Siempre supe que eras temporal... por la manera en que llegaste a mi vida y por como sucedieron las cosas, con esa frescura inesperada, sabía que te irías un día de estos.
Me gustó saberme diferente, nueva, renovada... me encantó que te ganaras mi pensamiento y mi tiempo, que me hicieras pelear contra mi seguridad y mis barreras, que me hicieras cuestinonarme mi futuro y alegrarme de mi pasado. Nunca pensé que la vida me dejaría tener a alguien como tu, aunque fuera por un rato. Fuiste esa vagancia que no viví a tiempo, esa pasión que todas anhelamos, ese pedacito de perdición y pecado necesario para mantener el equilibrio en cualquier existencia...


... Y justo como imaginé que sería, un día desperté y te habías ido... así como llegaste, como remolino, te fuiste. Hiciste ruido en mí, me reconocí entre risas y libertad y me dejaste firme en mis pasos.


Confieso que dentro de mí deseaba poder quedármelo y gozar eternamente de esa sensación de victoria que tenía a su lado, sin embargo, la vida me da, otra vez, lo que necesito y no lo que quiero.


El ya no está, pero ahora sí me quedé yo...

Etiquetas: , ,