Los pensamientos de una mujer agridulce

domingo, septiembre 26, 2010

Purgatorio




Tengo que sacarlo de mi sistema. Debo confesar este horrible estado en el que me encuentro porque el hecho de no hacerlo sólo me hace engrandecer mi miseria.

Desde hace algunos días (tal vez meses, ya no se...) siento un enorme vacío en mi sonrisa. Me falta él. Odio admitirlo pero lo extraño como jamás pensé que lo haría. Qué ironía es mi vida en este instante.


Le extraño. En exceso le extraño. Mi risa suena falsa, mi mirada no tiene ilusión, las canciones no me saben. los días son tan lentos y las noches son una total agonía. Extraño su aliento, sus manos, su rarezas y sus rabietas, sus ridiculeces, lo mal que hablaba, su mala ortografía y sus mentiras. Extraño su lucha diaria por ganarse mi sonrisa, sus mensajes y sus 40 mil llamadas perdidas. Sus chistes sin gracia, su flojera, su facilidad para dormirse en mis brazos. Me desconozco a mi misma sin su admiración por mi nariz, sin su cuerpo tan cerca y sus besos tan lentos. Me desconozco sin sus excusas y su libertad, quisiera despertar y revivir esa sensación de saber que en unas pocas horas lo tendría junto a mí, con esa mirada tan tierna, tan infantil y tan falsa...

Tristemente me descubro enamorada cuando ya no está a mi lado, se fue y yo no tuve la dicha de enterarme cuando era mío... siempre supe que era feliz con él, mi sonrisa no cabía en mi cara y mis ojos brillaban como hacía años no lo hacían, pero jamás sospeché que volvería a sentirme así por alguien. Agradezco infinitamente esa gracia, ese regalo de haber sido capaz de amar otra vez. Sin embargo, lamento encontrarme en este estado, amar a alguien cuando ese alguien ya no existe en mi vida es algo trágico, desgarrador. Esa sensación de que algo me falta lastima hasta el más profundo anhelo de vivir, me roba la alegría del nuevo día y la ilusión de un nuevo amor.


Me confieso derrotada y con el corazón en huelga, quebrado y desparramado. Se que esta etapa vale todo lo que viví, se que es parte de un proceso de sanación, de purgación, de limpieza interior. Se que sólo cosas buenas saldrán de este espantoso pasillo y también se que entre más tiempo reniegue mi dolor más tiempo se quedará instalado en mi pecho.


Hoy me resigno a llorar y a dejar de luchar contra esta ausencia.

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